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Cultura gastronímica

El queso Gruyere, Suiza y su magia

Por Norma

El famoso queso Gruyere es originario de una zona de incomparable belleza. Visitar el valle de Gruyere es una grata experiencia tanto para los amantes de la naturaleza como para quienes saben apreciar las ricas comidas regionales.
Es un espectáculo inolvidable contemplar el sereno paisaje enmarcado por la imponencia de los Alpes. En medio de este fantástico panorama crecen tiernos pastos, el alimento ideal de las vacas manchadas de negro y blanco que producen leche de óptima calidad. El lenguaje popular dio en llamar “la flor” y “la fruta” a sus derivados, la crema y el queso, respectivamente.
El Gruyere confiere su particular gustito a muchos platos típicos, como por ejemplo esta tarta de queso:
Se forra con masa para tarta un molde desarmable. Se pincha la masa con un tenedor, en toda su superficie y se esparcen sobre ella 200 g. de queso Gruyere rallado grueso. Se vierten encima 2 huevos ligeramente batidos y mezclados con 1 cucharada de harina disuelta en un vaso de leche. Se condimenta con una pizca de pimienta y con nuez moscada a gusto. Se cocina en horno bien caliente durante 20 minutos aproximadamente, hasta que la masa se vea dorada en los bordes. Se sirve muy caliente, y se puede realzar su sabor con un poco de mostaza.
Hasta ahora nos hemos referido a las especialidades culinarias de la Suiza francesa, pero no podemos dejar de señalar que este país tan pequeño y pintoresco recibe también una fuerte influencia de Italia, otra de sus naciones vecinas. Esta se observa en el sur, cuyos habitantes conservan aún costumbres de origen muy antiguo. Tal es el caso de los festejos de Carnaval, que cae en pleno invierno. Un día al año, las amas de casa de la región, abandonan su puesto en la cocina y se acercan despreocupadamente a la plaza, donde otros preparan una sabrosa comida para ellas y su familia. Los cocineros son los de las hosterías del pueblo y el menú, un suculento risotto. El martes de carnaval, las autoridades municipales instalan en la plaza humeantes ollas de gran tamaño, sobre crepitantes fogones. Todo el mundo está invitado: cada persona recibe un plato rebosante de arroz aderezado con azafrán, que se acompaña con chorizos de cerdo. Tampoco falta el vino, que hace cundir la alegría entre la numerosa concurrencia. La banda interpreta pegadizas canciones y pronto todo se transforma en una auténtica fiesta. Y así fue que un Queso nos transportó en un viaje, pero ahora…¿Volvemos a la Argentina?