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Cultura gastronímica

Pan dulce. El típico manjar navideño.

Por Noemí.

Como complemento de la sabrosa cena de nochebuena y de año nuevo, se sirven nueces, avellanas, almendrs, higos, confites y otras golosinas regadas con licores, sidra y champagne. Pero hay un postre que es símbolo infaltable de las fiestas de diciembre: el Pan Dulce, casi un ritual en todo el mundo.

Orígen del pan dulce:

En Italia, se lo denomina “Panettone”, que es aumentativo de la palabra “pane”, y se lo considera de orígen popular. Pero hay leyendas que le atribuyen su creación a diferentes personajes. Una de ellas cuenta que en época del duque Ludovico el Moro (1450-1508), en Milán, una bella adolescente plebeya se enamoró de un jóven noble. El padre de la niña era panadero y había empobrecido debido a la competencia de otro panadero con más suerte. Por esta razón, no podía reunir la dote de su hija Alsisa. A medida que pasaban los días, se perdían las esperanzas de los amantes y Uggeto o Uggetone (apodo del novio), disfrazado de aprendíz, se empleó en la panadería del padre de Algisa. Preparó una masa con levadura a la que añadió frutas confitadas, esencias aromáticas, piñones, azúcar y tiernas pasas de uva. Mientras lo horneaba, muchísima gente fue atraída al negocio a causa de su exquisito aroma. Así surgió el famoso “Panettone”; y como en los cuentos, los enamorados pudieron casarse, fueron felices y comieron pan dulce.
Otra leyenda dice que durane la misma época de Ludovico, famosísimo mecenas, su maestro cocinero quemó por descuido el pan de Navidad. Desesperado, advirtió que un jóven ayudante, apodado Tone, había preparado a escondidas un pan con frutas. El cocinero se lo quitó y lo presentó en la mesa del duque. Resultó tan exitoso que lo bautizó con el nombre del jóven y más tarde, tomó el nombre de “Panettone”.
La tercera leyenda se refiere a un jóven obrero llamado Antonio que debía casarse y no poseía dinero para adquirir el regalo de bodas para su novia. A escondidas, tomó un trozo de masa, lo mezcló con manteca y azúcar. Lo llenó de frutas secas y lo horneó obteniendo un sabroso pan que pronto traspuso el círculo familiar y se hizo muy popular en Milán. El “Pan de Tonio”, se transformó con el correr del tiempo hasta convertirse en “Panettone”.